Aljarafe habitable y el POTAUS.

20 noviembre 2007. Aljarafe habitable.

En estos días se encuentra en fase de exposición pública el Plan de Ordenación del Territorio de la Aglomeración Urbana de Sevilla (POTAUS), reclamado por esta asociación ciudadana desde su creación. Siendo consecuentes con los fines recogidos en el artículo 6 de nuestros estatutos constitutivos, hemos procedido al estudio de dicho documento al objeto de, si procede, presentar sugerencias y alegaciones. Tras un primer y concienzudo análisis del POTAUS hemos de mostrar nuestra absoluta decepción.

El documento, en su memoria informativa, incluye de forma acertada el diagnóstico de las dinámicas que han conformado lo que hoy es el Área Metropolitana de Sevilla, sobre todo en su primer anillo, así como unos principios respetuosos con el espíritu del Plan de Ordenación del Territorio (POTA), en la medida en que propone un escenario favorable para conseguir ciudades más habitables.

Sin embargo la estrategia que plantea el POTAUS en lo que a crecimiento urbanístico se refiere, o mejor dicho, la ausencia de dicha estrategia, y las medidas concretas propuestas en torno a las llamadas “Áreas de Oportunidad”, chocan frontalmente con el POTA y la Ley de Ordenación Urbanística de Andalucía.

Según el POTAUS, existen actualmente 20.000 hectáreas de suelo ocupado en el Área Metropolitana de Sevilla , de las que unas 2.500 son de suelo productivo y el resto residencial.

La cuarta parte del suelo residencial (más de 4.000 hectáreas) está sin consolidar, lo que significa que, simplemente ejecutando los PGOUs o NN.SS. vigentes, queda todavía una importante disponibilidad de suelo para uso residencial . A lo que hemos de añadir que en el suelo ya urbano, la cuarta parte de las viviendas que lo ocupan están vacías. ¡Sí, sí! la cuarta parte de esas viviendas, que proyectadas en suelo residencial supondría que unas 600 hectáreas está sin ocupar.

Por otra parte hay actualmente 12.000 hectáreas de suelo urbanizable. Es decir que todavía se puede construir, en una extensión que significa el 60% de las 20.000 hectáreas que ya hay ocupadas.

De esas 12.000 hectáreas, 9.000 son para uso residencial lo que supone un 53% del actualmente ocupado (y que recordemos está en una cuarta parte sin consolidar y una cuarta parte de las viviendas que ocupan dicho suelo están vacías) . Para hacernos una idea, tomando una densidad de 30-40 viviendas por hectáreas, el actual planeamiento tendría capacidad para 270.000-360.000 viviendas. A razón de 2,7 habitantes por viviendas, esto supondría 729.000-972.000 habitantes más. Es decir un crecimiento del 51-68% de la población existente. Esto significa que con un crecimiento anual del área de 15.000 habitantes/año, que es el crecimiento realmente habido en los últimos años, podríamos crecer durante 49-65 años, sin necesidad de clasificar más suelo urbanizable del que ya hay clasificado como tal.

El resto del suelo actualmente clasificado como urbanizable, es decir preparado para construir con la calificación de uso productivo, son 3.000 hectáreas, lo que supone el 120% del ya existente (2.500 hectáreas), y que recordemos, está en un 25% sin ocupar. Es decir, si sumamos el suelo productivo planificado y el desocupado, el suelo productivo disponible ascendería al 144% del actualmente construido con tal clasificación.

Como se puede observar, esas cifras superan muy ampliamente los límites máximos de crecimiento establecidos por el POTA, del 40% del suelo y del 30% de población. Si, además, tenemos en cuenta las pautas de crecimiento del número de habitantes y de la economía de los últimos años, el POTAUS debería limitar aún más incremento neto del suelo urbanizable en el área, ya que con los planes actualmente vigentes sobra suelo urbanizable.

Frente a lo razonable de las conclusiones hacia las que llevan estos datos básicos, el POTAUS propone un enorme número de Áreas de Oportunidad (47), que vienen a sumarse a las cantidades anteriores y a las que habrá que añadir los suelos que los distintos PGOU municipales clasifiquen dentro de los límites establecidos por el POTA.

El suelo residencial propuesto por el POTAUS asciende a casi 600 hectáreas, que se añaden a las 9.000 existentes en la actualidad. De esta manera, el suelo urbanizable residencial se situaría en el 57% del suelo urbano actual, a lo que habría que añadir los incrementos que efectúen los PGOU. Y recordemos nuevamente que el actual suelo urbano está en una cuarta parte sin consolidar y que una cuarta parte de las viviendas están vacías.

De espectacular podemos calificar la propuesta del suelo productivo, que asciende a más de 1.800 hectáreas que se unen a las 3.000 planificadas actualmente. Todo lo cual supone un 193% acumulado de suelo urbanizable sobre el suelo urbano productivo actual. Y recordemos nuevamente que el actual suelo urbano productivo está en una cuarta parte sin uso.

Más allá de cualquier expectativa real de crecimiento de la población y de la economía, el POTAUS prevé un crecimiento de suelo urbanizable que en modo alguno está justificado según lo anteriormente apuntado, sin que el documento explique las razones que justifiquen esta nueva expansión urbanística.

No podemos más que lamentar lo que parece ser, la falta de control sobre las “oscuras” razones impulsoras del crecimiento urbanístico que pretende consagrar este POTAUS. Sus previsiones van en contra del mismo POTA, y vienen a suponer “una vuelta de tuerca” más, que se añade a los criterios de flexibilización ya adoptados en los primeros meses del año, y a los que acaban de arrancar del presidente Cháves el lobby alcaldes-empresarios. Todo ello en flagrante contradicción con la política de “ sostenibildad territorial que evite la ocupación indiscriminada del territorio y que establezca límites racionales al crecimiento urbano ”, prometido en el Programa Marco Municipal del PSOE de las elecciones del pasado 27 de mayo; así como de opiniones e informes de cualificados expertos (Colegio de Geógrafos, Fundación Alternativas, etc...).

El “tsunami urbanizador” amenaza con iniciar un nuevo ciclo destructivo en nuestra región contando ahora con la buena imagen que da el venir arropado con planes llenos de bonitas palabras y gratas promesas. Si el ciclo destructivo se lleva a cabo, cuando los andaluces perciban el agravamiento del desastre, engrosarán las filas de la abstención, con ciudadanos descreídos de todo, que pensarán aquello de que todos los políticos son iguales y que “van a lo que van”. Perdido entre el sarcasmo y la decepción quedaría, entre otros uno de los objetivos del POTAUS: el que habla de perseguir la cohesión social.

Desde 1983, cuando por primera vez el ejecutivo andaluz plantea la necesidad de establecer una planificación para el Área Metropolitana de Sevilla, hasta hoy 24 años y dos olas urbanísticas más tarde, no hemos dispuesto de un plan subregional para este territorio, lo que sin duda nos ha llevado a la situación que padecemos y de todos conocida.

Desde esta plataforma “cien por cien ciudadana” no podemos más que levantar nuestra humilde voz para expresar una profunda preocupación ante lo que puede ser otra nueva oportunidad perdida para, por fin, cimentar las bases de una ordenación del territorio, respetuoso con las personas y con el medio, contribuyendo con ello a la habitabilidad en nuestra tierra.

Aljarafe habitable