«La Comisión de Patrimonio permite desaguisados irreversibles»

Entrevista a PABLO FERRAND,

POR ALFREDO VALENZUELA  ABC 06 04 2008

-¿La piqueta es progresista o conservadora?

-No distingue colores. La mueve el dinero y cuando coge carrerilla es imparable, sobre todo en verano. Es conservadora en cuanto que conserva la función para la que fue inventada, pero también progresista porque destruye en nombre del progreso. Por su inercia, es casi imposible detenerla. Su presencia y su sonido están muy enraizados en esta ciudad. ¿Sabe que hay un cante en Sevilla que se acompaña al compás de la piqueta? Me lo hizo escuchar Luis Hurtado mientras buscábamos un encuadre en uno de esos rincones irreconocibles de Sevilla.

-¿Sus denuncias contra la destrucción del patrimonio le han acarreado disgustos?

-Sí, pero antes de que afecte a la salud hay que saber abstraerse con otras inquietudes al margen de esta ciudad.

-¿Nunca han pedido su cabeza?

-Hay muchas maneras de pedir cabezas y una de ellas es ofreciendo carguitos en negociados que tienen relación con la piqueta.

-¿Los amantes de Sevilla son de la cofradía de la resignación?

-Francisco Rodríguez Estévez, carnicero del mercado de la Encarnación, ha acuñado una palabra que lo dice todo: sevillanear, que significa «dejar que las cosas se arreglen por sí solas». Sin embargo, en los últimos años se han creado asociaciones de defensa y difusión del patrimonio, y hoy conforman una gran plataforma, referente en España.

-Sevilla es conservadora, ¿pero de qué?

-Conserva unas costumbres y una manera de entender y disfrutar la vida, y ha sabido preservar una fiesta tan esencial como la Semana Santa e incluso la Feria. Y nada más.

-Ha contabilizado años con 300 derribos, más de uno al día sin los festivos...

-No lo digo yo, viene en un estudio del Ayuntamiento. Eso fue en los años sesenta. Ahora hay menos porque hay menos que derribar, pero siguen produciéndose.

-¿Salvaguardar el patrimonio depende de la ley o de la voluntad política?

-De las dos cosas, pero mucho más de la voluntad política. Los políticos quieren hacer compatible la salvaguarda del casco antiguo con la inercia de la piqueta demoledora. Y eso es imposible. En Sevilla, la Comisión Provincial de Patrimonio Histórico es un órgano permisivo y poco comprometido con los valores de la ciudad y que sólo pone verdaderas objeciones a proyectos intrascendentes, mientras permite verdaderos desaguisados que son irreversibles. Esta Comisión, al igual que las anteriores, está diseñada a la medida de los intereses políticos, de la disciplina de partido, empezando por el reglamento, que es antidemocrático. Hace falta una renovación de la mayoría de sus miembros a favor de un equipo multidisciplinar más comprometido con el patrimonio.

-¿Cómo calificaría la actuación en San Telmo?

-De muy grave. Y además, el cartel de la fachada, con la palabra restauración, no hace más que confundir a la gente. La autorización del proyecto salió adelante pese al informe negativo de Cultura. La piqueta, con el dinero de todos, ha dejado muros en alberca en el monumento civil barroco más representativo de Andalucía. -¿Qué es el «síndrome Castelar»?

-En esa calle, una acera está conservada y la otra, por donde va la muralla, totalmente renovada por acción de la piqueta. Cuando pasa el Calvario hay donde elegir.

-¿La arquitectura popular sevillana se ha perdido?

-Casi en su totalidad. Y se sigue destruyendo lo poco que queda, esté o no autorizado, porque la multa -cuando la hay- para esas infracciones es como un impuesto, asumible.

-¿Los sevillanos volverán a circular libremente por el Patio de los Naranjos?

-Confío en que algún día se cumpla la promesa que hizo el Cabildo a los sevillanos, para que no olviden cómo era ese espacio público tan bello que les pertenece.

-¿La piqueta entró en ese patio?

-Sí, a puerta cerrada durante las obras que se realizaron con motivo de la Expo 92. Los trabajos afectaron a la Biblioteca Colombina y a la nave del Lagarto, que se quedó sin el artesonado, un interesante alfarje mudéjar del siglo XVI que procedía del convento de Santo Tomás. Si la restauración la hubiera hecho Alfonso Jiménez, el resultado hubiera sido muy diferente y más respetuoso.

-La Alameda y el barrio de San Luis clamaban reformas...

-La Alameda ya estaba inventada como el jardín público más antiguo de Europa. Hubiera bastado echar un vistazo a los viejos grabados o inspirarse en los maravillosos azulejos del Convento de la Encarnación de Osuna, más un poco de sentido común... Lo que ya no tiene remedio, desde el punto de vista tipológico, es la devastación premeditada del barrio de San Luis, de origen almohade, que ha afectado no sólo al caserío, sino al trazado urbano. Urbanísticamente es lo más grave que ha ocurrido en Sevilla después de la destrucción del barrio de San Julián.

-No sé si preguntarle ya por la Avenida y la Alfalfa...

-Estoy a favor de la semipeatonalización en la Avenida porque la Catedral se caía a pedazos, pero no de la forma en que se ha hecho. El tranvía elegido es un metro muy pesado llevado a la superficie, que sigue produciendo vibraciones en la Catedral, y sin esas antiestéticas catenarias. En la Alfalfa hubiera sido más barato recuperar el pavimento tradicional y, en vez de las farolas-ducha, haber elegido otras acordes con la zona.

-¿Qué le parece la expresión «piel sensible»?

-Una cursilada que demuestra falta de sensibilidad hacia el pavimento tradicional.

-¿Subirá a tomarse un café a la seta de la Encarnación?

-Me gustaría no subir porque eso significaría la paralización definitiva de un proyecto faraónico mal ubicado.

-¿Los árboles también son patrimonio?

-En cualquier ciudad culta europea sería inconcebible destruir parte de un frondoso jardín público, como el del Prado, para levantar una biblioteca, habiendo otros solares.

-¿La piqueta sevillana es exportable al Aljarafe?

-Hace tiempo que se exportó. El Aljarafe va camino del colapso, con gran riesgo de acabar con espacios de gran valor medioambiental y arqueológico en Valencina y Castilleja de Guzmán.

 

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