El dragado hace agua

09-02-2014 Ricardo Gamaza (Enlace a artículo original en El Correo)


El dragado hace aguas
Sin comentarios · Escrito por elcorreoweb.es en General

La ciencia no dice siempre lo que a alguno le gustaría. Aunque a veces, y tocando las teclas oportunas, se puede componer una sinfonía que sirva para encantar serpientes. Por eso el Puerto de Sevilla encargó hace años a varios expertos un estudio económico de viabilidad del dragado del Guadalquivir y la construcción de una faraónica esclusa. El Estudio Integral de la Actividad Portuaria de Sevilla, que fue el nombre con el que se publicó el informe –bajo el sello de la Universidad de Sevilla– tenía tanto de integral como de científico: sólo aportaba datos de los años 1975 a 2000 de la capital, obviando la provincia y recurría con demasiada ligereza a estimaciones y a datos «aparentes», como han denunciado con posterioridad científicos y expertos (muchos de ellos de la misma Universidad).

Sin embargo, el mensaje que quería transmitir el Puerto de Sevilla había calado hasta ahora: dragar el río iba a traer riqueza a la capital. Un mensaje que en tiempos de crisis económica empapa aún más entre una ciudadanía que, en algunos casos, prefiere los recursos económicos a los ambientales. Pero los científicos y expertos, encabezados por los profesores Miguel Ángel Losada y Leandro del Moral, han desmontado –esta vez con datos y no con estimaciones– el argumentario del Puerto.

Para el Puerto de Sevilla es paradójico que sean los científicos reclutados para hacer el famoso diagnóstico del Guadalquivir los que le lleven la contraria. Al contrario que en el estudio de hace años, en esta ocasión el profesor Losada estableció estaciones de medición y análisis –pagadas, paradójicamente, por el Puerto de Sevilla– y concluyó que en la situación actual el dragado no es viable. Lo repitió hace casi un año en unas jornadas organizadas por la Universidad de Sevilla, a la que acudió lo más granado de la ciencia andaluza que refrendó desde diferentes especialidades la misma sentencia: dragar el río es matar el Guadalquivir. «La ciencia ahora no interesa», dijo el profesor Losada ante un público en el que, como ya es habitual, el Puerto de Sevilla no se encontraba presente, porque no le interesa acudir a foros en los que debatir con datos los argumentos del dragado. Al Puerto de Sevilla le habían salido rana los científicos. Quién iba a esperar que la ciencia pagada con recursos portuarios iba a acabar tumbando el proyecto. En la ecuación portuaria no se contempló una constante fundamental: la independencia de científicos como Miguel Ángel Losada o Leandro del Moral; así que el resultado no fue el esperado y el estudio del estuario le escuece al Puerto, que hace como si nunca se hubiese realizado.

Ahora los argumentos del Puerto de Sevilla hacen agua y lo peor para la Autoridad Portuaria es que la brecha abierta en el casco de su barco propagandístico la ha abierto la Ciencia (con mayúsculas). Los estudios han servido para diagnosticar la enfermedad del Guadalquivir, como la presencia de terbutilazina –un contaminante con especial presencia en el Estuario–; o los cambios en la dinámica fluvial natural del Guadalquivir, con repercusiones en la erosión y en la colmatación de los fondos. Pero, sobre todo, han servido para movilizar a la ciudadanía y a los expertos y rebatir los datos puestos en la mesa por el Puerto de Sevilla, que demuestran que el dragado es una gran estafa para la ciudadanía.

Así, los 25.000 empleos que se crearían –según el Puerto de Sevilla– son desde hace tiempo puestos en tela de juicio por los expertos y, además, usando las mismas armas de la Autoridad Portuaria: el Estudio Integral de la Actividad Portuaria de Sevilla en la que se ofrece la visión más idílica posible del dragado. En ese documento, los datos aportados apenas suman 4.500 empleos, de los que la mitad están vinculados a la realización de la obra.

Respecto al pretendido turismo de cruceros que sería la salvación económica de una ciudad turística como Sevilla, el profesor de Antropología Social de la Universidad de Sevilla y autoridad en materia de Turismo, Javier Hernández-Ramírez, ha apuntado que el modelo de turismo de cruceros repercutiría negativamente en la ciudad en tanto que incidiría en la oferta hotelera restando pernoctaciones, ya que las plazas de crucero son turistas de paso, que no se alojan en los establecimientos de la ciudad y que apenas consume porque vienen con el modelo del ‘todo incluido’ en el crucero. El experto ha ofrecido datos y la comparativa es demoledora: un turista de cruceros gasta 62 euros al día frente a los 102 euros/día de media de un turista convencional.

A todo ello hay que sumar el coste que supone la obra del dragado, cuyo mantenimiento se estima en cinco millones de euros de mantenimiento anual, además de los más de 30 millones que costaría hacer esta obra devastadora (que se suman a los más de 160 millones que ha costado la nueva esclusa, ya construida). Las cifras del Puerto por supuesto no incluyen tampoco los daños ecológicos causados en los márgenes del río, en Doñana, ni por supuesto en el arrozal sevillano, un cultivo emblemático y esencial para la agricultura sevillana del que viven mucho más que las 4.500 personas de las previsiones reales de empleo del dragado.

Por ahora los que se han mojado en tratar de impedir esta faraónica obra han constituido la Plataforma en Defensa del Guadalquivir Por un Río Vivo donde están las principales asociaciones ecologistas y un amplio número de expertos y científicos de primera línea. Frente a ellos, la Cámara de Comercio de Sevilla ha creado la Plataforma de Apoyo al Dragado formada por Confederación de Empresarios de Sevilla, la Autoridad Portuaria, el Ayuntamiento de Sevilla y los sindicatos provinciales.

La conclusión: un ‘pelotazo’ demasiado caro que pagaríamos todos y que sólo beneficiaría a unos pocos. El dragado del Guadalquivir –como todas las obras en las que proteger el medio ambiente supone un fastidio– es una operación digna de los tiempos de la burbuja, esa misma que enriqueció a unos y que nos ahogó a todos.