ADTA encuentra serias limitaciones a la participación en el proceso de recuperación ambiental del arroyo Riopudio.

Las administraciones públicas dicen que es importante la participación ciudadana pero no saben cómo hacerlo.

Cuando, hace un par de años, se presentó públicamente el proyecto de restauración ambiental del arroyo Riopudio, que prevee actuaciones en 15 kilómetros del arroyo, la adquisición del suelo necesario para constituir el futuro Parque Metropolitano del Riopudio y una inversión de más de 12 millones de euros, los representantes de las administraciones estatal, autonómica y local reconocieron la importancia de la participación de entidades ciudadanas como ADTA en la gestación del proyecto. Nuestra asociación llevaba años planteando un proyecto mucho más amplio, con el eslogan “Riopudio Corredor Verde del Aljarafe”, en el que la recuperación del arroyo principal junto con sus afluentes era pieza fundamental.

Hace un año, al comenzar las obras, ADTA venía manteniendo contacto con directivos y técnicos de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, en la expectativa de poder poner en marcha un programa de impulso a la participación ciudadana. La propuesta, con título “Riopudio, un río de oportunidades” estaba lista para poder ser llevada a cabo a lo largo de los cuatro años de ejecución del proyecto y valorada en 500.000 euros. En él decíamos cosas como estas:

"También requiere actuar proactivamente para generar nuevos vínculos sociales y económicos en el arroyo y su ámbito de influencia; apoyar procesos de reconocimiento ciudadano de la iniciativa; identificar oportunidades de uso y disfrute; y estimular a los posibles agentes sociales dispuestos a implicarse en todo ello.

Poner en marcha todo esto implica trabajar por un objetivo: impulsar la participación ciudadana desde el comienzo del proyecto de restauración ambiental del arroyo.

Este particular objetivo lo podríamos desarrollar con la puesta en marcha de un Programa de Participación Ciudadana, estructurado en una serie de líneas de acción y actividades de educación y sensibilización ambiental dirigidas al mayor número posible de agentes sociales, económicos e institucionales (sindicatos, empresas, instituciones, centros educativos, asociaciones vecinales, ecologistas, socioculturales, etc. relacionados con el proyecto y su zona de actuación)."

Pero llegaron las transferencias. El paso a la administración autonómica de las competencias de gestión de la cuenca del Guadalquivir, en vez de facilitar la interlocución existente y la viabilidad del programa de dinamización–participación, hizo lo contrario. Los diversos cambios en el personal directivo de la Agencia Andaluza del Agua, y la reestructuración como organismo autónomo adscrito a la Consejería de Medo Ambiente llevaron a que lo que parecía factible de forma inminente con la administración estatal, se fuera alejando con la administración autonómica, hasta llegar a desaparecer en la actualidad.

Se está perdiendo un tiempo decisivo en el que las obras en curso pueden servir para ayudar a que la sociedad cambie su mirada hacia el arroyo (un gran desconocido en la comarca), empiece a verlo como una fuente de oportunidades y se sienta estimulada a implicarse en el desarrollo y formulación de iniciativas de uso y disfrute a poner en práctica a medida que la restauración ambiental vaya ocurriendo.

Se está desaprovechando una oportunidad excepcional para lograr los objetivos que planteamos en el programa antes mencionado:

"Dar a conocer el proyecto de restauración ambiental de la ribera del arroyo Riopudio.

Contribuir a la concienciación y sensibilización de los ciudadanos y ciudadanas de la comarca en general y de los trece municipios con territorio en la cuenca, en particular, sobre las oportunidades de uso y disfrute que implica la ejecución del proyecto de restauración ambiental del arroyo Riopudio.

Demostrar la capacidad integradora que este espacio específico puede tener a escala comarcal como activo patrimonial, ambiental y paisajístico, elemento estructurador del territorio y eje articulador de actividades sostenibles.

Apoyar la identificación de oportunidades, asociadas a la restauración del arroyo, para que asociaciones, entidades ciudadanas, instituciones y empresas que operen en la comarca se animen a ver en este territorio opciones de desarrollo comarcal en pos de un futuro más sostenible, en una zona especialmente castigada por el urbanismo.

Crear un flujo de información compartido por las asociaciones y entidades ciudadanas realmente existentes en la comarca, así como otros agentes sociales, económicos e institucionales, unida a un uso y aprovechamiento sostenible, orientado a reforzar su disposición a la defensa y protección de este espacio."

Desde ADTA consideramos que una intervención con fondos públicos con la cuantía y singularidad ambiental como es el caso no debe permitirse el lujo de ignorar un aspecto tan importante como el apuntado para la sostenibilidad de la situación el día después de la finalización (y su correspondiente inauguración) de las obras.

ADTA
Enero de 2010