AND-URBANISMO-RONDA
Junta
recurrirá fallo TSJA sobre Los Merinos y avisa no hay
garantías de agua
Marbella
(Málaga), 18 jul (EFE).- La Junta de Andalucía
recurrirá la decisión del TSJA de no suspender
de forma cautelar la aprobación definitiva del macroproyecto
urbanístico de Los Merinos Norte en Ronda y advirtió hoy
de que dicha construcción no tiene garantizado el abastecimiento
de agua. La consejera de Medio Ambiente, Fuensanta Coves, explicó a
Efe que el Gobierno andaluz presentará un recurso contra
el fallo del TSJA al considerar "extraña" una sentencia
que "deja en manos" del Ayuntamiento de Ronda y de un promotor
privado el suministro de agua a la población que resida
en el complejo urbanístico. El alto tribunal andaluz
desestimó el recurso contencioso-administrativo interpuesto
por el gobierno autonómico por el que se pedía
la paralización cautelar del proyecto -que prevé la
construcción de 800 viviendas, dos campos de golf y
un hotel de cinco estrellas-, al entender que no se ajustaba
a la propuesta inicial de la promotora aprobada en 1993. Coves
aseguró que la Junta está "enormemente preocupada" por
la decisión del TSJA, tanto por permitir la aprobación
de una construcción cuya "viabilidad ambiental no es
posible", como por el hecho de que la falta de garantías
de abastecimiento de agua en la zona "generará la apertura
de pozos que son ilegales". Afirmó que no le corresponde
al gobierno andaluz calificar la sentencia, pero aseveró que
otorgar la competencia del suministro de agua a un promotor
privado "es un error". La consejera subrayó que los
posibles compradores en Los Merinos Norte deben "tener claro" que
la promoción no tiene garantías de abastecimiento
de agua y solicitó al promotor del complejo que advierta
de este hecho a sus clientes a la hora de vender las viviendas.
EFE hsb-ebg/jrr
La
Junta no puede garantizar el suministro de
agua en Los Merinos El delegado provincial
de Medio Ambiente, Ignacio Trillo, asegura que Cuenca Mediterránea
Andaluza no tiene recursos hídricos para dicha zona
18.07.07
- 18:48 - EUROPA PRESS | RONDA
El delegado provincial de
Medio Ambiente, Ignacio Trillo, ha recordado hoy que "no existe ningún
tipo de garantía del suministro del agua en la zona" donde
se contempla desarrollar el proyecto de la urbanización
Los Merinos de Ronda. Trillo respondió de este modo
después de que el Juzgado de lo Contencioso-Administrativo
número 1 de Málaga desestimara la petición
realizada por la Junta de Andalucía de suspender cautelarmente
la aprobación definitiva del proyecto de urbanización
de Los Merinos. Así, el delegado, que asistió hoy
a los cursos de verano de la Universidad de Málaga en
Ronda, se dirigió a aquellos ciudadanos que piensen
adquirir cualquier tipo de vivienda en esta urbanización
y explicó que "la garantía del suministro de
agua en esta zona la tiene la Cuenca Mediterránea Andaluza" y ésta "manifiesta
que no hay recursos hídricos para dicha zona". Asimismo,
indicó que "los recursos no son de carácter municipal" y,
por este motivo, "la competencia no radica en los municipios
y, ni mucho menos, va a radicar en un promotor, a pesar de
que diga que hay agua suficiente". Trillo declaró también
que el agua de ese entorno "no solamente es de Ronda, sino
que también corresponde a Arriate y Cuevas del Becerro,
además de recargar los acuíferos que van a la
zona del embalse de Guadalteba". En este sentido, precisó que "el
agua que hay es insuficiente y los municipios del bajo del
Guadalhorce se encuentran en situación de decreto de
sequía, incluida Málaga capital", por lo que "lógicamente
en esas reglas no sale que pueda haber nuevos aportes de agua
en esta zona".
¿Vale
la pena crecer así?
Juan Torres López
Una de las obsesiones más comunes a casi todos los dirigentes
políticos es lograr que aumente el Producto Interior
Bruto, que se registren tasas cada vez más altas de
crecimiento económico. Cuando esto ocurre enseguida
nos dicen que la economía va bien y que a partir de
ahí vendrán más empleos y mejores condiciones
de vida pero eso, desgraciadamente, casi nunca ocurre de verdad.
El concepto que se utiliza para medir el crecimiento de nuestras
economías, el Producto Interior Bruto, sólo puede
proporcionar una medida muy grosera de lo que en realidad está creciendo
y de cómo nos afecta a todos. Por un lado, sólo
registra lo que se puede medir en valores monetarios. Estos
días, por ejemplo, está aumentando el Producto
Interior Bruto español por el valor correspondiente
al gasto que se realiza para retirar los vertidos producidos
en las playas de Ibiza. También aumentará el
PIB este verano gracias al gasto que se realice para levantar
los cadáveres de nuestras carreteras, o para prevenir
la llegada de medusas a nuestras costas, o para apagar los
fuegos que puedan declararse en nuestros bosques.
Todo ello
hace que haya más actividades económicas e incluso
más ganancias y posiblemente más empleo pero
la cuestión estriba en que de ese incremento no se resta
la pérdida de bienestar que haya podido suponer el cierre
de las playas, las muertes o la evidente destrucción
de riqueza que todo eso comporta. Es evidente, sin embargo,
que el más elemental sentido del bienestar humano tiene
que ver no sólo con lo que tiene valor monetario sino
con muchas más cosas, con la felicidad, la seguridad
o la satisfacción material o espiritual, que hoy día
no se computan en el PIB. Por eso decimos que el crecimiento
que muestra el PIB es ficticio, porque no refleja los costes
que aunque sean no monetarios están claramente asociados
a la actividad económica. El PIB tampoco nos dice nada
acerca de cómo se reparte lo que está creciendo,
de modo que se puede decir que la economía marcha divinamente
cuando, en realidad, sólo les va bien o mucho mejor
a unos pocos, como de hecho viene ocurriendo en los últimos
años de gran incremento de las desigualdades.
La significancia
perversa de la idea de crecimiento económico medido
solamente a través del Producto Interior Bruto se muestra
claramente cuando la actividad que lo está generando
es tan desordenada e irracional como la construcción
y el urbanismo que hoy día predominan. Algunos investigadores,
como W.M. Hern, han comparado las manchas que deja el cáncer
en los escáner y las de la cartografía sobre
la ocupación del territorio. Así han podido comprobar
el enorme parecido entre los procesos cancerígenos y
la incidencia que tiene la especie humana sobre el territorio
para generar el crecimiento económico de nuestros días.
Es asombroso confirmar que los procesos de crecimiento urbano
que estamos contemplando continuamente a nuestro alrededor
tienen efectivamente las mismas características de las
patologías cancerígenas: crecimiento rápido
e incontrolado, indiferenciación de las células
malignas, metástasis en diferentes lugares e invasión
y destrucción de los tejidos adyacentes. Estas semejanzas
con el cáncer del crecimiento económico de nuestra época,
basado en el desorden urbano, en la hiperexplotación
de los recursos, en la especulación inmobiliaria o en
la sobreproducción, no son un simple recurso retórico.
Lo que está sucediendo verdaderamente es que fomentamos
un tipo de actividad económica que es depredadora y
fatal para el conjunto de nuestro ecosistema.
Lo habitual es,
por ejemplo, que cuando se hacen planes urbanísticos,
y en general cuando se establecen las previsiones del crecimiento
de la actividad económica, no se tome en cuenta el volumen
de residuos que se van a generar, o el consumo de energía
o de materiales físicos que va a ser necesario utilizar
o movilizar para llevarla a cabo. Nada de eso forma parte de
la contabilidad social al uso porque ésta no atiende
a los efectos o costes que la actividad genera sobre el medio
ambiente, sobre la vida humana o sobre la existencia misma
del planeta. Poblamos de cemento nuestras tierras y costas,
amurallamos los cauces naturales, envenenamos el aire y el
agua, consumimos sin reponer los recursos ancestrales, desforestamos
sin límite o, simplemente, agotamos las condiciones
que son imprescindibles para la propia vida humana y no tenemos
nada de eso en cuenta a la hora de mostrar lo que cuesta la
actividad que se está llevando a cabo. Lo único
que importa es que aumente el valor monetario de lo que hacemos
y nos creemos que eso significa que todo marcha viento en popa.
Ese tipo de razonamiento es
perverso en todo caso pero se está haciendo
especialmente peligroso que lo hayan asumido, quizá como
el que hablaba en prosa sin saberlo, los jueces y magistrados
que han de resolver las demandas sobre los desmanes urbanísticos
que tantas veces se ponen en marcha irregularmente gracias
a las corruptelas de propios y extraños. Con frecuencia
ya casi generalizada se suelen oponer a su paralización
cautelar afirmando que llevan consigo un potencial de riqueza
de tal envergadura que se pondría en peligro un valor
económico muy elevado si su construcción se retrasara.
Un razonamiento literalmente bruto porque, al igual que el
PIB, sólo tiene en cuenta valores monetarios y presentes.
Si los magistrados no computaran solamente los costes explícitos
de esos proyectos y tuvieran en cuenta los implícitos
(los que suponen dejar de hacer o disfrutar), los no monetarios
y los efectos a largo plazo, con toda seguridad que sentenciarían
de otro modo. No dejarían que se llevaran a cabo proyectos
como los que en tantas ocasiones se legalizaron a posteriori
en Marbella y en tantos lugares de la geografía nacional,
o no habrían consentido, con un criterio tan socialmente
miope, que la urbanización de Los Merinos siga poniendo
en peligro el futuro de los recursos naturales, ambientales
y humanos de una comarca tan necesitada de crear riqueza sostenible
como la de Ronda.
Cuando las instituciones, los
líderes
sociales, los encargados de hacer justicia y los propios ciudadanos
asumen sin pestañear que lo conveniente es crecer, aunque
sea de cualquier forma, nadie puede luego extrañarse
que a nuestro alrededor se multiplique la inseguridad, el desasosiego
y el temor. Como dice José Manuel Naredo, el ser humano
se ha erigido en el vértice de la pirámide de
la depredación planetaria. Y eso significa que depredamos
a nuestros congéneres y nos destruimos a nosotros mismos.
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