LEYENDAS DEL URBANISMO SALVAJE EN EL ALJARAFE

José Ignacio Artillo

En el Aljarafe todo se está transformando tan rápido, que no nos da tiempo a comprender el alcance de los cambios. Tampoco de adaptarnos a ellos. Hay un mundo que se desvanece, y se lleva con él, lomas, arroyos, árboles centenarios, edificios o lugares simbólicos. También los usos. Esos cambios van dejando entre nosotros, historias de soledad, de apego o desarraigo. Historias de personas que quedan paralizadas o vagan sin rumbo. La vida no es un trazo recto, sin fisuras. Mientras los grandes caminos que se construyen para comunicarnos, tienen el efecto de destruir para siempre los territorios que atraviesan; las leyendas se cuelan por entre las rendijas de la realidad, para expresar el fondo de las vivencias de esas personas y decir aquello que ninguna otra cosa puede decir. Proceden de lo más profundo, y corren de pueblo en pueblo.

Estas son algunas de las historias que han surgido ante la capacidad de destrucción que el nuevo urbanismo está ocasionando en la comarca del Aljarafe, bajo la promesa de un bienestar que cada vez está más lejano. No son historias míticas, sino sencillas historias cotidianas, basadas en nuestra experiencia: los atascos, la nueva geografía urbana, la pérdida de identidad, el encarecimiento de la vivienda, los usos políticos. Son relatos que aparecen para sembrar la duda, para activar la conciencia, para pervertir la política, para alterar nuestra resignación; en definitiva, para recordarnos el engaño y el carácter ilusorio de la nueva verdad del Crecimiento. Hay muchas otras historias entre nosotros, aguardando expresar lo inesperado, y hacer visible lo invisible. Para inquietarnos y devolvernos la extrañeza y la rebeldía contra un mundo que nos viene impuesto, y cuyo orden, no sólo se lleva gran parte de lo que somos, sino que aumenta la injusticia y los desequilibrios sociales y ambientales.

A veces, en un punto extremo de presión, nuestro espíritu se repliega sobre sí mismo y surgen historias que expresan lo que vivimos. Entonces, una leyenda es el viento; le gusta ir flotando de un lugar a otro. Solo hay que poner el oído.

Aljarafe, marzo 2007

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