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MANIFIESTO FUNDACIONAL DE LA ASOCIACIÓN PARA LA DEFENSA DEL TERRITORIO DEL ALJARAFE

La problemática del Aljarafe en el Área Metropolitana de Sevilla

Los firmantes de este escrito, vecinos de municipios de la comarca del Aljarafe, queremos manifestar nuestra preocupación por el creciente deterioro del territorio, el medio ambiente y el paisaje de la comarca, y nuestra voluntad de exigir las soluciones adecuadas a esta problemática y de colaborar en su resolución.

El Aljarafe ha pasado, en pocos años, de ser una comarca predominantemente agraria y de segunda residencia de los habitantes de Sevilla, a integrarse plenamente en el área metropolitana de dicha capital, asumiendo el papel de zona donde se dan los mayores índices de crecimiento residencial y donde buscan su vivienda la mayoría de nuevas familias del área metropolitana. Ello ha tenido como consecuencia un gran crecimiento del suelo urbano (en detrimento del destinado a cultivos o a vegetación natural), y una alteración fundamental de las características sociales y económicas de la comarca (que está pasando a ser una zona residencial y de servicios).

No obstante, dicho crecimiento (que no es malo en sí) se ha hecho sin una planificación a la escala adecuada para enfrentarse al carácter metropolitano del fenómeno, que supera los límites de los términos municipales. En general, los planes urbanísticos municipales (sean Planes Generales o Normas Subsidiarias del Planeamiento), no han sido suficientes para enfrentarse de manera adecuada a las presiones de urbanización indiscriminada de todo el territorio y de obtención del máximo aprovechamiento residencial posible que han ejercido los promotores y propietarios del suelo. El trazado de grandes infraestructuras (redes arteriales sobre todo) por parte de Administraciones alejadas de la comarca y sin tener en cuenta el impacto de dichas infraestructuras en el territorio y los pueblos, tampoco ha encontrado un interlocutor adecuado en la multitud de pequeños municipios que constituyen nuestra comarca.

El resultado ha sido un desarrollo urbano caracterizado por la aparición de urbanizaciones autónomas y no integradas con los pueblos tradicionales (con los consiguientes problemas urbanísticos -creación de un medio urbano caótico y sin referencias- y sociales -desintegración entre "los el pueblo y los forasteros"), la desaparición creciente del suelo rústico y de las actividades agrarias tradicionales al ser ocupados por implantaciones residenciales de gran extensión (fenómeno agravado por la adopción de tipologías de baja densidad en muchas de estas urbanizaciones), el colapso creciente de la red viaria de los núcleos tradicionales y de las carreteras (al ser éstas las únicas vías generales que permiten la comunicación entre las distintas zonas de la comarca), la falta de equipamientos, servicios y usos no residenciales para la nueva población de la comarca, (con la consecuente dependencia de la capital para trabajar u obtener servicios); la marginalidad e ineficiencia del transporte público (con la consiguiente dependencia casi absoluta del coche para cualquier desplazamiento); la desaparición indiscriminada de los valores naturales, rurales y culturales tradicionales de la comarca (agricultura y paisaje del olivar, arquitectura de las haciendas y de los pueblos, cauces y llanuras de inundación, pinares y zonas de vegetación natural, etc.); y la degradación del medio ambiente y el paisaje por la ocupación de usos urbanos o consecuencia del desarrollo urbano localizados sin una ordenación adecuada (vertederos, escombreras, infraestructuras, etc.).

Estos procesos de crecimiento desordenado, que se dieron en las décadas de los 70 y los 80 y se habían frenado en parte a partir de 1992, están resurgiendo con fuerza en la actualidad, de manera que una vez consumada la urbanización del sector central de la Cornisa (conurbación Camas- Castilleja de la Cuesta-Gines-Bormujos-San Juan-Mairena-Gelves) se está produciendo el salto hacia el gran espacio rural interior que es el valle del Riopudio , la ocupación creciente de los terrenos alrededor de los enlaces de la autopista Sevilla-Huelva, y el salto hacia sectores de las cornisas Norte y Este hasta hoy rurales. El proyecto de trazado de una importante infraestructura (autopista SE-40) sin tener en cuenta su impacto en la ordenación del territorio, amenaza con acabar con cualquier posibilidad de planificar de manera equilibrada el futuro de la comarca.

En resumen, el crecimiento urbano sin una ordenación adecuada está llevando a la comarca, desde el punto de vista físico a constituir un continuo urbano indiferenciado (lo que ya ha sucedido en los municipios de la cornisa: Castilleja, Tomares, San Juan, Mairena, etc.); y desde el punto de vista socioeconómico, a convertirse en una ciudad-dormitorio, sin las ventajas de la vida de los pueblos pero también sin la complejidad y variedad de opciones que hacen atractiva la vida de la ciudad.

La necesidad de una planificación física con una visión a largo plazo y a la escala adecuada a los problemas existentes

A nuestro entender, la solución a estos problemas pasa por una planificación física que establezca los criterios para la localización de los usos y actividades, los límites al crecimiento residencial, las reservas de suelo para los equipamientos, infraestructuras y redes de transporte privado y público en función de las necesidades y de la ordenación correcta de los usos y actividades, la creación de espacios para el ocio y el disfrute de la naturaleza, el tratamiento adecuado de los núcleos tradicionales y el patrimonio arquitectónico, y la defensa el medio ambiente, el paisaje , el medio rural y los recursos naturales. No se puede dejar al mercado del suelo o a la iniciativa privada una tarea tan importante para nuestra vida como es la configuración física del entorno urbano en el que vivimos, y lo que ha ocurrido en el Aljarafe es una buena prueba de ello. Creemos, pues, que el planeamiento físico redactado por la Administración pública democrática es quien debe dirigir y encauzar el crecimiento urbano .

Sin embargo, ante a esta problemática, las Administraciones públicas no han sido capaces hasta ahora de adoptar soluciones eficaces y a la escala adecuada.

En efecto, los Ayuntamientos, que son los responsables en primera instancia de la ordenación del territorio a través del planeamiento urbanístico, en demasiados casos no han sido capaces de resistir las fuertes presiones de los promotores y multinacionales que actúan en el mercado inmobiliario metropolitano, sacrificando la visión a largo plazo por el espejismo del corto plazo de unos puestos de trabajo o unos ingresos por licencias de obras.

Por su parte, la Junta de Andalucía, que es la Administración responsable de aportar la visión global de la problemática de la comarca y del área metropolitana de Sevilla y de definir los criterios supramunicipales que deberán orientan el planeamiento municipal y las actuaciones sectoriales en coherencia con esta visión metropolitana, tampoco ha sido hasta ahora capaz de asumir de manera eficaz este papel. En efecto, desde principios de la década de los 80 se han sucedido los intentos de desarrollar la planificación global de área metropolitana de Sevilla, redactándose innumerables estudios y avances, pero sin llegar hasta hoy a concretarse en un Plan vinculante.

El último intento ha sido el Plan de Ordenación del Territorio de la Aglomeración Urbana de Sevilla, iniciado en 1994 al amparo de la Ley de Ordenación del Territorio de Andalucía. Dicho Plan, cuya redacción corresponde a la Junta de Andalucía, deberá establecer los criterios y determinaciones de ordenación conjunta de los 22 municipios que componen el área metropolitana, que, una vez aprobado, deberán ser incorporados por los planeas urbanísticos de cada municipio y por los planea sectoriales (de carreteras, de infraestructuras de abastecimiento y saneamiento, de equipamientos educativos, etc.) que desarrolle la propia Junta. Sin embargo, después de haber publicado en 1995 un documento de diagnóstico y objetivos, inexplicablemente no se ha tramitado ni aprobado hasta hoy.

Asimismo, otro documento muy importante por tocar un aspecto clave de la problemática metropolitana como es el transporte público, el Plan Intermodal de Transporte, después de haber llegado a una fase avanzada de elaboración de propuestas y de discusión con las Administraciones implicadas, ha sido también aparcado. Tampoco acaba de aprobarse la Ley de Ordenación del Transporte Metropolitano, que debería dar soporte legal a las actuaciones de coordinación y racionalización de los servicios de autobús y taxi. Por otra parte, no existen tampoco actuaciones reseñables de la administración en aspectos tan importantes como el medio ambiente y los espacios libres (no existe ningún parque de carácter metropolitano) o los residuos sólidos (cuya gestión en la comarca no está resuelta de manera satisfactoria).

Porqué una asociación en defensa del teritorio del Aljarafe

El que las Administraciones públicas abandonen esta pasividad o negligencia respecto a la ordenación del territorio de la comarca y del área metropolitana es , a nuestro entender, el único camino para solucionar los problemas de caos y degradación del territorio y el medio ambiente antes reseñados. Pero ello difícilmente ocurrirá si no existe una presión en este sentido por parte de los ciudadanos que vivimos en la comarca .

El movimiento ciudadano, hasta ahora es muy débil o inexistente en una comarca como el Aljarafe, en la que más de la mitad de la población es de implantación reciente y en la que todavía existe una fuerte segregación entre los que viven aquí desde siempre y los recién llegados. Solamente existen algunas asociaciones ecologistas locales, con una escasa representatividad y unas propuestas de actuación a nuestro entender faltas de una visión global de los problemas territoriales y medioambientales de la comarca.

Por ello, proponemos la creación de una Asociación de Defensa del Territorio del Aljarafe , en la que se puedan integrar todos los habitantes de la comarca preocupados por la degradación del territorio y del medio ambiente y que crean que la planificación territorial y urbana realizada por la Administración pública democrática es la única manera de solucionar estos problemas .

Proponemos, como objetivos generales de la asociación , los siguientes:

a) Promover la reflexión y el debate sobre los problemas territoriales, urbanísticos y ambientales de la comarca y del área metropolitana.

b) Exigir a las Administraciones públicas que asuman sus responsabilidades en cuanto a formulación e impulso del planeamiento territorial y urbano y la prevalencia de los intereses colectivos y la visión a largo plazo por encima de los intereses particulares y la visión a corto plazo.

c) Participar, a través de los canales establecidos en la legislación territorial y urbanística, en los procesos de redacción de los planes, aportando soluciones y propuestas alternativas y presentando alegaciones a aquellos aspectos que lesionen los intereses colectivos de los ciudadanos de la comarca.

 

 

 

La ordenación que proponemos debe compatibilizar la inserción en el área metropolitana con el mantenimiento y la potenciación de la identidad del Aljarafe

La ordenación territorial que proponemos debe hacer compatible la integración de manera correcta en esta unidad funcional incuestionable que es el área metropolitana de Sevilla, con el mantenimiento y potenciación de la identidad de la comarca en la que vivimos.

En este sentido, creemos que el Aljarafe debe constituir una unidad dentro del conjunto metropolitano, con personalidad propia y con elementos de identidad que la unifiquen y la diferencien del resto del territorio metropolitano.

La configuración física de la comarca, en forma de meseta elevada entre las vegas de los ríos Guadalquivir y Guadiamar, de las que la separan nítidos escarpes, con un relieve interior alomado en el que destacan los valles de los arroyos (Riopudio, Majalberraque), con unos suelos ricos y de una gran potencial agrícola, y con un acuífero subterráneo que ha permitido la agricultura de regadío y que hasta hace poco se utilizaba como abastecimiento de la población, es el primer elemento de identidad que conviene resaltar y potenciar.

En este sentido, la defensa de los cauces y sus llanuras de inundación y de los dominios públicos hidráulicos, ha de ser un objetivo no solo por motivos de seguridad (las inundaciones en las arroyadas son de sobras conocidas en la comarca), sino de preservación y potenciación de elementos naturales (mediante la limpieza de los cauces, arbolado de las márgenes, mantenimiento de un caudal ecológico en algunos tramos, creación de enclaves de fauna, etc.)

Los escarpes y cornisas que delimitan la comarca, en donde antiguamente se situaban los pastos, montes y dehesas, son el segundo elemento físico a preservar y potenciar. Hoy en día estos elementos naturales desgraciadamente han desaparecido casi en su totalidad, pero se mantiene en buena parte el cultivo del olivar, que cumple una función ecológica como fijación del suelo y paisajística rodeando a la comarca de un característico "zócalo" verde. No obstante, la urbanización y la implantación de grandes edificios terciarios alrededor de las autovías han ocupado gran parte de la cornisa Este, originando desastres como el del tramo de Camas a San Juan (auténtica torre de Babel en donde el escarpe se ha aterrazado por completo para albergar hoteles, hipermercados, casinos, etc. no quedando ni rastro de su configuración física original).

La creación de un "cinturón verde" alrededor de la comarca, evitando la urbanización de la cornisa y potenciando su forestación o mantenimiento del cultivo tradicional del olivar, son objetivos no sólo de orden metropolitano -al ser estos espacios fondos paisajísticos y reservas rurales importantes en el conjunto del área- sino para la comarca, al contribuir decisivamente a la mejora de las condiciones ambientales y evitar la pérdida de suelos y los riesgos de corrimientos (que ya se están dando en algunas zonas del Carambolo y de Tomares).

Los bosques y elementos de vegetación natural que quedan en la comarca (dehesas, pinares, individuos arbóreos aislados, jardines de las haciendas, etc.), precisamente por su escasez, deben ser objeto de protección estricta. Más, cuando además de su valor natural suelen tener valor cultural al albergar romerías y fiestas tradicionales .

La peculiar estructura de asentamientos y de comunicaciones de la comarca, en forma de pequeños núcleos de población cercanos entre sí y comunicados por una densa red de carreteras y caminos, es tal vez el elemento más característico de la comarca que la singulariza no sólo en del área metropolitana sino también en la provincia e incluso en el Bajo Guadalquivir. Esta estructura tradicional, aunque alterada hoy en día por el crecimiento de los núcleos, la aparición de urbanizaciones aisladas y las nuevas infraestructuras, todavía se identifica perfectamente en el territorio y en la sociedad -la gente de los núcleos tradicionales sigue siendo de "su pueblo"-.

Superando estériles enfrentamientos entre los antiguos y los nuevos pobladores de la comarca, el mantenimiento de la identidad de los pueblos creemos que interesa a todos y se debe potenciar. Ello significa, en el orden urbanístico situar los crecimientos urbanos alrededor de ellos, dar un tratamiento adecuado a sus cascos antiguos que combine la protección con la centralidad, y evitar las urbanizaciones aisladas; y en el orden sociocultural, potenciar los elementos de identidad local, fomentar el conocimiento por los nuevos habitantes de la historia y las tradiciones de cada pueblo, y a la inversa potenciar el acceso a la cultura universal de los habitantes de los pueblos.

El segundo elemento integrante de la estructura territorial, la red de comunicaciones (que comprende tanto las carreteras como el viario rural -caminos, cañadas, veredas, etc.- que por suerte se mantiene en la mayor parte de su recorrido) debe ser potenciado tanto por su valor como elemento unificador de la comarca, como por su carácter de dominio público y las posibilidades que ello conlleva para el ocio de la población.

En efecto, la densidad de la red de carreteras y caminos y la cercanía entre los pueblos ha permitido desde siempre una fluida comunicación entre ellos, antiguamente a pie o en caballería, y hoy en coche pero también en bicicleta o a pie. Esta facilidad de comunicaciones es un elemento de primer orden en la identidad comarcal. Ir de un pueblo al vecino a pie todavía se hace en el Aljarafe, y ello es un gran valor que se debe potenciar protegiendo, manteniendo y adecuando la red de caminos. A su vez, esta red se debe potenciar por permitir el acceso a las actividades agrarias, y por ser el soporte de actividades de ocio (paseos, excursiones a pie, montar a caballo o en bicicleta, footing, etc) que cada vez adquieren más importancia en la vida de los habitantes de la comarca.

Dentro de esta red, destaca el valor de algunas vías pecuarias (Cañada Real de Isla Mayor, Cordel del Patrocinio, Cañada Real de Triana a Villamanrique, etc.), cuya gran longitud y superficie de dominio público las hacen ser uno de los principales soportes de usos públicos de ocio y disfrute de la naturaleza en la comarca.

La economía agraria tradicional de la comarca, basada en la trilogía mediterránea (trigo, vid y olivar) junto con los cítricos y cultivos de huerta de los ruedos y entornos de los arroyos, y todavía de una gran importancia económica ( en el Aljarafe se cultiva el % de la producción total de aceituna de mesa de España), debe de ser otro elemento identitario a mantener y potenciar. El nuevo Aljarafe residencial debe ser compatible con el Aljarafe agrícola que fuer desde tiempos de los romanos hasta hace bien poco la principal zona abastecedora de alimentos de la capital; por razones económicas (no dilapidar un recurso tan importante) y sociales (mantener una fuente importante de empleo en una zona tan castigada por el paro).

Pero además, la agricultura en los ámbitos metropolitanos tiene otros valores, como elemento de naturalización, de enriquecimiento del paisaje y de espacio libre separador de los distintos núcleos o conurbaciones. En el Aljarafe, el olivar une a su papel ecológico como fijación del suelo contra la erosión y de hábitat de avifauna, un valor paisajístico notable al constituir un espacio arbolado que, aunque con menor densidad y porte que un bosque, aporta al paisaje un color verde oscuro característico de un gran atractivo visual, sobre todo en los terrenos en pendiente . El mantenimiento como rurales de los ámbitos de las Cornisas y del Valle del Repudio permite que la comarca aún siga siendo un lugar agradable para vivir y no un continuo urbano suburbial.

Finalmente, la arquitectura de los pueblos y de las haciendas, con sus elementos característicos destacando en el paisaje de olivar (campanarios y espadañas de las iglesias, torres, miradores y portadas de las haciendas) así como los monasterios y ermitas (Loreto, Cuatrovitas) que son el soporte de las fiestas y romerías de la comarca, son elementos que precisan de políticas de conservación y recuperación por su valor arquitectónico, paisajístico y cultural, que sólo pueden ser emprendidas desde una visión global de la comarca y de su planificación.